Durante las últimas décadas, los plásticos derivados del petróleo han contribuido al desarrollo económico mundial y han aportado grandes beneficios a la sociedad. Debido a su bajo coste, buena durabilidad y procesabilidad, se utilizan anualmente millones de toneladas de plásticos en numerosas aplicaciones. En 2018 la producción mundial de plástico fue de 359 millones de toneladas y se espera que esta cantidad aumente en los próximos años debido principalmente al desarrollo de nuevas aplicaciones industriales y a la modernización de las economías emergentes.

De todos los residuos plásticos generados a nivel mundial solo se recicla el 18 por ciento y el 58 por ciento se vierte directamente en vertederos o se acumula en el medio natural durante un largo período de tiempo. Esto ha provocado que la contaminación por microplásticos haya alcanzado un nivel alarmante en el aire, el agua y diferentes formas de animales marinos.

Esta situación junto con el agotamiento de recursos y las emisiones de gases de efecto invernadero, hacen que sea obligatorio un cambio hacia modelos de producción de plásticos más sostenibles para alcanzar el bienestar social.

Los bioplásticos, producidos a partir de residuos orgánicos mediante procesos biológicos, pueden jugar un papel clave para conseguir una sociedad más sostenible. Entre los diferentes tipos de bioplásticos, el ácido poliláctico (PLA) presenta una amplia versatilidad y puede ser empleado en multitud de sectores industriales, como la cosmética, la medicina o la alimentación. Sin embargo, el crecimiento del mercado de los bioplásticos está sujeto a la disponibilidad y el coste de las materias primas.

La expansión de las áreas vegetales urbanas provoca la generación de grandes cantidades de residuos lignocelulósicos, que, con un bajo coste podrían emplearse para producir moléculas plataforma como el ácido láctico, a partir de la cual se genera el citado PLA.

En este contexto, el proyecto RESOPLA liderado por le Unidad de Procesos Biotecnológicos de IMDEA Energía y realizado en coordinación con la Unidad de Biocarburantes del CIEMAT, aborda la valorización de los residuos vegetales urbanos para la producción de PLA. Para ello se están evaluando diferentes vías y rutas biotecnológicas innovadoras que consiguen simplificar el proceso hacia la producción eficiente y económica de bioplásticos a partir de los residuos vegetales urbanos.

En comparación con los plásticos convencionales, la producción de bioplásticos sigue siendo pequeña. Por ello, el potencial de crecimiento, innovación y desarrollo en el campo de la producción de bioplásticos de base biológica económicamente competitivos es todavía enorme.